jueves, 10 de febrero de 2011

Lenin en la Tribuna II


Como resultado de este doble movimiento su cabeza y sus manos van hacia delante. La cabeza no parece grande sobre el cuerpo pequeño pero robusto, bien formado y rítmico. Pero sus cejas y su frente lisa y arqueada parecen enormes. Sus  brazos se mueven activamente, aunque sin nerviosismo ni movimiento inútiles. La mando es ancha, con unos dedos cortos, plebeya, fuerte. En ella tiene los mismos rasgos de confianza y de firme afabilidad que la totalidad de su figura. Esto podía verse mucho mejor cuando el orador se agitaba dándose cuenta de la estratagema de su adversario, o cuando lograba hacerlo caer en su trampa.
Entonces de la poderosa protuberancia de la frente y del cráneo se destacaban los ojos de Lenin, tal como figuran en una excelente fotografía que le tomaron en 1919.
Hasta el espectador más indiferente se sobresaltaba cuando observaba esta mirada, y se preguntaba que iba a suceder. Los ángulos de sus mejillas huesudas se iluminaban ya menudo en aquellos momentos de intensa concentración mental se iluminaba y a menudo en aquellos momentos de intensa concentración mental se suavizaban, subrayando su don de conocimiento de la gente, de las relaciones sociales, de la situación. La parte inferior de su rostro, con su barba gris rojiza, quedaba de alguna manera en la sombra. La voz perdía su dureza, se tornaba flexible y suave y en algunos momentos  insinuante.